COEDUCANDO: EL JUEGO

COEDUCANDO: EL JUEGO


                                                                Foto de David Wolfe

¿Cómo hacemos para educar en la igualdad a niños y niñas? ¿Realmente les podemos alejar de los estereotipos de género? La cuestión no es tanto si podemos, como si debemos. Probablemente no seremos infalibles en nuestra labor, pero el resultado seguro que se aleja de lo que el patriarcado exige. 

La cuestión está en tratar de analizar, escoger, aplicar, evaluar y mejorar continuamente. Está claro que es difícil luchar contra determinados imperativos patriarcales, pero tenemos mucho con lo que sembrar en las familias y desde las escuelas.

El juego es la mayor herramienta de aprendizaje en la infancia. Jugando los niños y niñas 
aprenden, exploran, descubren, crean, socializan… A través del juego desarrollarán sus intereses, gustos, habilidades, definirán sus comportamientos y actitudes y sentarán las bases de la relación con otras niñas y niños. Es por esto que es básico que la elección y selección de juegos y juguetes se realice con perspectiva de género, de manera que no se discrimine en función del sexo de quien disfrutará del juego. 

Niñas y niños imitan los roles o estereotipos de género que socialmente se les asigna. Lo hacen en busca de la aprobación de sus mayores, con intención de obtener afecto y seguridad. A través de los juegos tradicionalmente diferenciados, interiorizan la división sexual que se produce en el juego como algo natural, perpetuando así el sexismo. 

Como en otros tantos ámbitos, no hay nada biológico en los gustos de los niños y las niñas respecto a lo juegos. Tampoco lo hay respecto a sus habilidades para el juego por pertener a uno u otro sexo. Los niños de manera natural no sienten más atracción por las construcciones, coches, soldaditos o superhéroes. Tampoco las niñas por los juegos relacionados con los cuidados, la estética, la costura o la enseñanza. Los niños no prefieren juegos activos porque son más “brutos”, es su entorno el que normalmente fomenta este  “gusto” por la actividad. A ellos les permitimos y animamos a ser activos, curiosos, intrépidos… Mientras que a las niñas les fomentamos ser tranquilas, “buenas”, cuidadosas. Es habitual ver a padres y madres clamando “cuidado” a sus hijas  y no a sus hijos. Normalmente a las niñas las tratamos como seres indefensos y débiles a los que hay que proteger, mientras los niños “tienen que hacerse duros” y aprender. Esto suele suceder tanto en los parques infantiles como en los patios de las escuelas.

¿Qué hacer para evitar el sexismo en el juego?
Lo primero que tenemos que hacer es ser conscientes de que somos sus referentes quienes tenemos que cambiar. Por lo tanto, debemos ofrecerles roles alejados de los estereotipos de género y prepararlas, tanto a niñas como a niños para jugar libremente. Para ello podemos empezar por cosas como:
  • Evitar la sobreprotección de las niñas, sin coartar sus actividades en función del riesgo subjetivo que vemos por ser niñas. 
  • Vestirlas con ropa que les permita  jugar cómodamente.
  • Asumir que correr, trepar y superar retos físicos forman parte del juego y de su desarrollo, tanto de niñas como niños. 
  • No juzgar la elección del juego bajo un sesgo de género, (“eso es de niños”).
  • Implicarnos como adultos en los juego, rompiendo moldes e intercambiando roles tradicionalmente ejercicios por el otro sexo, (papá juega a las cocinas y mamá a las construcciones).
  • Permitir que niños y niñas accedan a juegos tradicionalmente vetados para ellos por creer que son “para el otro sexo”
  • Evitar los juegos que sexualizan o convierten en objetos (maquillaje…)
- Realizar un uso inclusivo del lenguaje

Sobre todo, debemos perder el miedo a que niños y niñas jueguen libremente, no debemos juzgarles por sus elecciones personales y sus gustos a la hora de jugar, aunque debemos analizar qué elecciones hacen y ofrecerles la mayor cantidad de alternativas posibles.

Recuerda que no hay “juegos de niñas” y “juegos de niños”, como no hay “cosas de niños” y de “cosas de niñas”. Permitamos a nuestros niños y niñas crecer y jugar libremente sin atarles a la caja rosa y la caja azul.

                                                        Luisa Arce
                                                            

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