COEDUCACIÓN: REPARTIENDO TIEMPOS Y ESPACIOS



Coeducar es educar en la igualdad para la igualdad. Supone formar y educar a niñas y niños, a hombres y mujeres en las mismas condiciones, ofreciéndoles las mismas oportunidades, sin importarnos su sexo.

La lectura que extraen de esta definición algunas personas es que la coeducación implica tratar por igual, es decir, dar a las niñas el mismo trato que se da a los niños, porque justo al revés, tratar a los niños como tratamos a las niñas, nos suele parecer ridiculizar a los niños. Otras parece que lo que extraen de la lectura de “mismas condiciones y oportunidades” es darles a las niñas exactamente las mismas oportunidades, tiempo y condiciones que a los niños. Sin embargo, esto es imposible y, además, es bastante injusto, porque implica que los hombres no renuncien a sus privilegios y a la parte del pastel que a nosotras nos corresponde.
No partimos de igualdad de condiciones ni oportunidades.  El entorno no es neutro, es sexista. En la escuela, la familia y la socialización en la calle se reproduce esta desigualdad y se perpetúa.  Los niños disfrutan de una serie de privilegios que menoscaban las oportunidades y derechos de las niñas. El tiempo y atención que se les da a los niños se hace en detrimento del que se le da a las niñas. El espacio que ocupan en los patios y parques, las participaciones que realizan, su voz, sus actos, son más y más atendidos por las adultas y, con más razón, los adultos.

Dice Montserrat Moreno que coeducar no es yuxtaponer en una misma clase a individuos de ambos sexos, ni tampoco es unificar, eliminando las diferencias mediante la presentación de un modelo único. No es uniformizar las mentes de niñas y niños sino que, por el contrario, es enseñar a respetar lo diferente y a disfrutar de la riqueza que ofrece la variedad”.
No podemos unificar porque no somos iguales y porque no partimos de la misma línea de salida. No podemos ofrecer a las niñas exactamente el mismo tiempo que dedicamos a los niños porque no hay suficientes horas en el día para hacerlo. Debemos empezar ya a repartir en la escuela, en casa, en la calle y en los parques.
¿Cómo? Quitando horas de atención a los niños para dárselas a las niñas, repartiendo los espacios que ocupan los niños, permitiendo y fomentando en las niñas más participación y enseñando a los niños que, por el simple hecho de ser niños, tienen una serie de privilegios a los que deben renunciar porque generan desigualdad y quitan oportunidades a sus compañeras y amigas.

Concluyendo, cuando hablamos de coeducación nos referimos a buscar el desarrollo integral de las personas, a generar un proceso a través del cual eliminemos las desigualdades y el sexismo. Es por ello que los objetivos principales de la coeducación son dos: por un lado formar una sociedad igualitaria y justa y por otro que niñas, niños y jóvenes puedan desarrollar libremente su personalidad, sin los condicionantes y limitaciones que se imponen a través de los estereotipos de género.
                                       Luisa Arce

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