CURSOS DE NADA IMPARTIDOS POR NADIE

CURSOS DE NADA IMPARTIDOS POR NADIE 
Por el equipo de Críticas Cítricas.

Las integrantes de Críticas Cítricas llevamos varios años en la militancia feminista. La practicamos en la calle, en nuestra vida privada, en los foros abiertos a los que podemos ir, y por supuesto también en las redes sociales, donde somos muy habladoras (o escribidoras). Compartimos este espacio virtual con cientos de mujeres hispanohablantes, y decimos compartimos porque consideramos que lo que reflexionamos entre todas es fruto del debate común. Estas reflexiones se llevan luego a otros foros, a las calles y a los medios que quieren publicarnos. Rebatimos en los pies de noticia los argumentos enfrentados en los temas de actualidad mediática del feminismo radical: la prostitución y los vientres de alquiler, la identidad de género y el relativismo cultural. Lo hacemos altruistamente, muchas veces con un alto costo personal, de tiempo inevitablemente, pero también hemos dejado amistades e incluso hemos roto relaciones familiares por el camino. Algunas de nosotras poseen una formación más cualificada, o bien la experiencia vital las avala, y dedican su profesión al feminismo (que no es lo mismo que dedicarse profesionalmente al feminismo), recibiendo la retribución económica que todo trabajo profesional merece. 

Y luego está aquello de lo que no puede hablarse. Manchando el nombre de la sororidad, se nos impide denunciar que hay personas que recopilan este trabajo altruista ajeno, hacen un revoltijo y lo venden. Personas que crean una marca o personaje, hacen una estrategia de mercado que normalmente consiste en dar un campanazo de salida con una llamada de atención mediática, infiltrarse en las redes sociales feministas fabulando una historia personal que las haya traído hasta aquí, observar en las sombras, tomar apuntes y recopilar, abusar de la buena fe de las activistas para formarse en los mínimos y, antes de que nos hayamos dado cuenta, empezar a hacer el agosto. No se puede mentar el tema, aunque nadie argumenta por qué. Sólo se leen lugares comunes sobre mujeres unidas de la mano y "aporta-o-apartas". Nosotras creemos que el evitar que las mujeres que de buena fe se quieren acercar al feminismo hagan un importante desembolso en un curso de nada impartido por nadie, es aportar a la causa de las mujeres. No todo vale, no todo suma. Bueno, para los bolsillos de estas personas todo suma, sin duda, pero para la divulgación de la teoría feminista no, en nuestra opinión. 

Imagen: Humo, de Brigitte Werner

Si el feminismo empieza a cotizar en bolsa, los inversores mandan. Si se convierte en una moda, morirá como todas las modas. Si lo disfrazamos de terapia de crecimiento personal pseudocientífica, lo desalojamos de los estantes de la filosofía. Por cada personaje pop ejerciendo de embajadora de buena voluntad (a lo Angelina Jolie por Somalia) en unas ponencias, se le quita el micrófono a una filósofa, a una socióloga o a una testigo de primera mano de las atrocidades que hace el patriarcado con las mujeres. Tenemos que llegar a todos, pero no de cualquier manera. Carl Sagan llevó la astronomía a las masas porque tenía carisma y un producto de diseño, pero Carl Sagan era astrónomo y, no casualmente, su producto tenía un buen contenido.

El feminismo es política y el feminismo es crítico, porque no hay política sin debate, no hay foro sin discrepancias y no hay honestidad sin transparencia. Y lo que es inadmisible es acallar las críticas por medio del miedo. Que cada mujer que se atreva a señalar un comportamiento activista que no le parece bien en las redes, sea acribillada de muro en muro, de hilo en hilo, señalada con nombres y apellidos, expuesta en pantallazos, de una manera que roza el acoso y la injuria, y con la poca vergüenza de decir que se hace en nombre de la sororidad y la defensa a las compañeras que nunca han sido atacadas. Vamos a rebajar el nivel de nuestro discurso por necesidad para decir (que nos perdonen la obviedad nuestras lectoras) que no es lo mismo hacer una crítica general que una crítica personal, aunque ante esa generalidad se sienta aludida alguna persona. Es completamente inadmisible tratar de acallar las críticas con el matonismo y el bullying, no permitir opiniones encontradas y que el debate se tenga en la plaza de un barrio peligroso de madrugada en vez de en el ágora feminista.

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