La cultura morada




Hoy en día se habla mucho de concienciar a la población sobre el feminismo (1). Se supone que contribuimos a esta causa al comprar camisetas, boinas (2) y todo tipo de productos morados (3) de lo más diverso, o participando en multitud de talleres (4). Con el objetivo de esta ‘concien­ciación colectiva’ se ha generado un ambiente festivo y un interés público sin precedentes en el ámbito de la lucha feminista (5). El problema principal es que el término ‘concienciación’ se ha despolitizado, lo que tiene consecuencias gravísimas. 

Esta visión instrumentalista y violenta contrasta radicalmente con el planteamiento de la ‘concienciación crítica’, promovido por el movimiento feminista allá por los años 70, basado en la información crítica y la promoción de la autonomía personal. Uno de los principios de éste es que la información proporcionada debe ser “correcta, relevante, accesible, efectiva y basada en la evidencia científica”. Algunas de las preguntas alternativas que la concienciación crítica plantearía son: ¿En qué tipo de proyectos (6) se invierte el dinero? ¿Cuánto dinero se recauda con la mercadotecnia morada (7), a dónde va a parar y a quién beneficia? ¿Qué grupos de mujeres sufren (8) determinados tipos de violencias machistas (9), y quién tiene más probabilidades de sobrevivir? ¿Cuál es el impacto económico, social, emocional y físico de la violencia machista (10)? ¿Cuáles son las diferentes opciones terapéuticas disponibles para las personas afectadas? ¿Cuáles son los beneficios y los prejuicios de las intervenciones? 

CUALQUIER MEDIO ES VÁLIDO 

Como consecuencia de esta despolitización, cualquier tipo de crítica al modelo actual es rápidamente acusada de “poco ética e inmoral” y de ir en contra de los intereses de las mujeres. De igual manera, cualquier campaña (11) que se hace en nombre de la ‘buena causa’ se considera legítima. Estos esfuerzos se han aprovechado de la solidaridad de la población, creándoles la falsa sensación de estar haciéndolo bien y de estar informada, sin que sea cierto. 

Asimismo, raramente se cuestionan los medios empleados para conseguir los fines. El sexismo, la sexualización, la infantilización de las mujeres, la difusión de información sesgada o totalmente irrelevante son frecuentes en muchas campañas, junto al uso de la pedagogía del miedo o el adoctrinamiento, acciones todas ellas justificadas dentro de un marco patriarcal.

El uso del color morado (11) y toda la parafernalia en torno al feminismo (12) crea una (falsa) sensación de festividad, suaviza la crueldad del machismo (13minimiza el dolor y ridiculiza el miedo.

Esto es un estracto modificado del artículo de Ana Porroche Escudero la violencia de la cultura rosa sobre las campañas acerca del cáncer de mama. Las palabras en cursiva han sustituido a las que se muestran a continuación. Se ha pretendido hacer un paralelismo entre la despolitización de la lucha contra el cáncer (de la que trata el artículo) y la de la lucha feminista a través de la infantilización, el ambiente festivo y la comercialización. 

(1)  Cáncer de mama.
(2)  Lacitos.
(3)  Rosas.
(4)  Eventos benéficos.
(5)  Salud.
(6)  Investigación.
(7)  Rosa.
(8)  Desarrollan.
(9)  Cáncer.
(10) Diagnóstico y tratamiento del cáncer.
(11)  Rosa.
(12) Este cáncer.    
(13)  La enfermedad.

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