OBJETO Y SUJETO

Por Clara Oscura

Las sociedades formalmente igualitarias son pseudo-igualitarias. "Pseudo" porque, entre muchas otras razones, las mujeres no hemos dejado de ser objetos e "igualitarias" porque las mujeres somos sujetos.
Por fin las sociedades formalmente igualitarias nos permiten ser sujetos, pero a la vez nos exigen ser objetos, cosificándonos a través de innumerables medios: la prostitución, el porno, la publicidad, el arte, la industria musical, el cine, nuestro propio entorno, nuestra propia pareja...
Todas entendemos por qué queremos ser sujetos, pero ¿por qué tantas mujeres, aparte de la sociedad, seguimos cosificándonos a nosotras mismas? Porque es lo que nos valida y a través de lo que obtenemos la aprobación de la sociedad.
Muchas mujeres sienten terror ante la idea de no resultar guapas o atractivas a ojos de los demás. Pasan por tratamientos de belleza, analizan su vestimenta, su cuerpo y su maquillaje hasta el detalle y, en los casos más sangrantes, se deciden por la cirugía para adecuarse a lo que ellas perciben que es lo apropiado. Lo hacen convenciéndose del nuevo mantra "es hora de cuidar de mí misma". Este mantra esconde el verdadero motivo, que es resultar agradables a los demás, coincidente con lo que agrada a ellas. ¿Y por qué coinciden las motivaciones individuales de las mujeres con lo que espera la sociedad de ellas? ¿Por qué no hay disonancia cognitiva? Porque forma parte de la socialización femenina, el agradar a los demás, que ha recibido por añadidura el esmalte del neoliberalismo, aportándole el espejismo de la libertad. Pocas mujeres reconocerán que es la sociedad la que les lleva a obsesionarse con su imagen. Afirmarán que es por su "autoestima", "por verse bien", y por mil y un motivos (que "casualmente" los hombres no requieren para sí) que les otorgue la agencia que necesitan para evitar la disonancia cognitiva de ser un objeto por decisión propia. Porque nos cosificamos voluntariamente y lo hacemos porque somos sujetos que así lo deciden. Resulta éste un tremendo laberinto mental de esfuerzos continuos para permanecer cuerdas.
Y es por eso que las mujeres somos, por tanto, sujeto y objeto a la vez.
Ahora bien, mantener esta paradoja dentro de cada una de nosotras es insostenible.
Quieres ser objeto para resultar deseable, para sentir la aprobación de los demás, "por la belleza en el mundo", te dices.
Al mismo tiempo no soportas que te traten como a un objeto, sin ideas, sin mente, sin carácter, sin control sobre tu vida. Quieres ser sujeto.
Pero ser sujeto y objeto a la vez es incompatible. Cuando eres sujeto verdaderamente libre dejas de ser deseable a ojos de la sociedad. Dejas de ser pasiva, dejas de preocuparte por agradar con tu aspecto y con tus silencios. Dejas de ser un objeto.
Cuando eres objeto, dejas de ser percibida como alguien con ideas, agente, con carácter, con control sobre su vida. Dejas de ser sujeto.
Cuando vivir en este contexto te resulte insoportable y pienses que te estás volviendo loca, párate y piensa: ¿Quién consigue ser y no ser a la vez sin perder la cordura?

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