El consentimiento. Patriarcado, eruditos y aliados.

A finales del año pasado se hablaba mucho del consentimiento a raíz de la denuncia de la actriz argentina Thelma Fardin contra su compatriota Juan Darthés por un caso de ¨supuesta¨ violación durante una gira de la telenovela infantil <Patito feo> en Panamá.

Entonces la actriz era menor de edad y él tenía más de 40 años. Se la señaló por haber callado tanto tiempo, por no haber denunciado antes, que ella lo había consentido y por muchas otras cosas más de las que se acusan a las mujeres en estos casos.

Tanto se habló de consentimiento que los ¨eruditos¨ que siempre tienen una excusa para defender a los violadores filosofaron otra vez hasta dónde puede  llegar el consentimiento o cómo poder identificarlo. Algunos llegaron a imaginar un escenario donde antes de practicar sexo con cualquier mujer habría que firmar ante notario que ese futuro acto sexual sería consensuado por ambas partes.

Todo esto me transportó hace varios años cuando por fin pude unir el eslabón que me faltaba para explicar el porqué había normalizado tanto sobre ese intento de agresión que sufrí a los 13 años, y fué gracias a una publicación de facebook donde se estaba debatiendo sobre si el poeta chileno Pablo Neruda era o no un violador tras publicarse su biografía donde contaba cómo ´´consiguió´´ acostarse con una mujer en "Confieso que he vivido" (1974). La mujer en cuestión no se había resistido y el poeta contaba cómo se quedó quieta mientras él la violaba (no usó esa palabra exactamente como era de esperar). En ese mismo instante se me encendió la lucecita ´´esa mujer vivía en una sociedad donde las mujeres sufren tanta violencia sexual como otras formas de violencia que la  normalizan´´, igual que yo lo normalicé y no le di la importancia que tenía a ese acto tan repugnante que acababa de pasarme la noche anterior.

Un pariente cercano entró en la habitación donde dormía, se acostó en la cama y se arrimó, por suerte o gracias a que otra familiar fue alertada quedó en un ¨abrazo¨;él huyó y después lo negó. Durante toda la mañana no pensé en lo que había pasado, no le dieron importancia y yo tampoco hasta que le conté a mi madre y ella sí supo reconocer lo que había pasado y lo denunció. Igual que a muchas mujeres y niñas a mi madre y a mi nos intentaron chantajear emocionalmente, persuadirnos de retirar la denuncia porque ´´éramos parientes´´, allanaron nuestro hogar, nos señalaron, nos juzgaron, hasta ese ´´pariente´´ me llamó puta. ¿Qué había hecho yo?¿existir?

Muchas mujeres y niñas no denuncian los tocamientos, agresiones sexuales, violaciones, etc. por temor, por vergüenza o por la normalización de la violencia. Esto no pasa sólo en países subdesarrollados pasa a nivel mundial, es sistemático, abarca a toda las etnias, religiones y clases sociales. ¿Porqué? Porque vivimos en un sistema patriarcal que nos oprime, esclaviza, violenta y hace que normalicemos esas situaciones. Funciona tan bien este sistema que muchos de los ´´aliados feministas´´ que denuncian fervorosamente el patriarcado (cuando les conviene) no son capaces de tener en cuenta esto y nos acusan de tener privilegios por ser mujer ´´cis´´, es decir, por haber nacido niñas. Como si nacer niña en este mundo nos dotara de un halo de energía especial que nos envuelve cálidamente y arropa por las noches, siendo que la razón por la que nos violentan sistemáticamente es justamente haber nacido niña. ¿ Ahora pueden ver por qué cuando decimos que esos aliados no saben el significado de patriarcado o su magnitud no estamos hablando en balde, y que cuando a ellos nos les afecta directamente en vez de reflexionar sobre ello nos acusan de ser privilegiadas?

Para que quede constancia que este problema es actual fecho este artículo a 19 de junio en el año del señor patriarcado 2019 (para los eruditos ``anno Domini 2019´´), aunque el patriarcado sea tan antiguo como la humanidad.