El caballero manifestante.




Por Cater Pillar.

Esta mañana estaba yo tan tranquila, comiéndome una tostada de pan con semillas de panadería hipster de barrio gentrificado untada de aguacate, mientras veía en YouTube una crítica satírica a Arco, plenamente integrada en 2020. Siendo una mujer de mi tiempo. Estaba feliz.

Esta mañana yo no era una feminista separatista.

Entonces he visto que tenía un WhatsApp de un amigo querido, un viejo amigo con el que iba a comer uno de estos días, y lo he abierto tan contenta creyendo que era para concretar, cuando de repente me topo con una imagen de algún grupo feminista explicando a los hombres por qué no deben ir al 8M y el comentario de mi amigo: "qué pereza de gente".
¿Pereza de gente?
Ah amigo, tengo la barriga llena de carbohidratos y grasas saludables y te voy a explicar yo a ti qué gente da pereza de verdad: Los hombres dais pereza, #yesallhombres. Fin.

Como decía antes, no era yo, hasta el momento, una feminista separatista. Aspiraba a un mundo justo en el que mujeres y hombres convivieran sin tensiones de poder, era así de inocente. Y entonces llegó él:l el hombre que no puede entender que alguna mujer no le quiera en algún sitio. 

Mi amigo dice que le dan ganas de dejar de apoyar a las feministas cuando no le admiten en sus espacios, pero paradójicamente, cuando le leo decir eso, a mí me dan ganas de dejar de aceptar hombres en mis espacios feministas. Y voy a explicar por qué, por si no es obvio:
El aliado inclusivista no puede entender, ni quiere intentarlo, por qué muchas feministas prefieren un espacio seguro sin hombres. Tú le intentas hacer ver que, aunque no estemos de acuerdo con excluir, no es ofensivo que alguna mujer se sienta intimidada por la presencia de hombres, o de algún hombre en concreto, en su espacio de reivindicación feminista. Que quizás alguna adolescente se vea en el papelón de tener que elegir entre no ir al 8M o ir con el miembro de la pandilla que abusó de ella borracha, y que no se ha atrevido a afrontarlo. Que lo mismo una sobreviviente de violaciones múltiples no puede soportar la presencia de hombres desconocidos a su alrededor y tiene más derecho a asistir que él. Que quizás una prostituida no ve sino hipócritas en todos esos hombres que está segura, desde su ángulo, que alguna vez han prostituido a alguna mujer o niña. Y entonces él, El Hombre Indispensable En El 8M, te suelta un not all men enriquecido: Que el porcentaje de hombres malísimos que vayan a la manifestación será mínimo.
Con dos cojones. 

Y sigue hablando y te dice que puesto que los hombres tienen el poder, son necesarios hombres en la manifestación para que esos hombres en el poder abran los ojos.
Porque a vosotras, pequeñas, no os van a escuchar, trae pa'cá el micro que tú no sabes.

Todo su prepotente e ignorante discurso emocional viene aderezado con insultos velados hacia ti de  prepotente, ignorante y carencia argumentativa, pero él, por supuesto, se está tomando como algo personal un razonamiento orientado a los hombres en general, porque para él, como feminista que es, ser hombre es el rasgo más significativo de su identidad. 

Se siente insultado sin serlo, mientras me insulta sin que yo me ofenda. Esto no es machismo; es aliadismo. 

Recapitulando: Algunos Hombres Buenos (que son la inmensa mayoría, en realidad) van a ir a la manifestación feminista en representación del Poder, porque son los únicos que podrán salvar a aquellas mujeres que son violadas por personas malísimas que casualmente son hombres. Eso sí: se comprometerán siempre y cuando no tenga que hacer, ver ni oír nada que no les guste mínimamente, ni, por supuesto, nada que ofenda su hombría. Los derechos de las mujeres están bien pero lo primero es el honor de Caballero Manifestante.

Yo le propuse a mi amigo que no dejase de ir a la manifestación por esas feminazis, que mejor buscase a quien haya hecho ese infesto cartel separatista y fuese detrás de ella, que eso sí que sería dejar clara su posición. Otra opción sería llevar una pancarta donde pusiera "me voy del feminismo por las autoproclamadas feministas". Sé que sus modales de gentleman no se lo permiten pero oye, a modo de performance, marcar el territorio meando es un clásico que nunca falla.

El Caballero Manifestante no entiende por qué un espacio con hombres no es seguro para las mujeres, es decir: el Caballero Manifestante no entiende el feminismo. Pero se le ha antojado apoyarte y por sus huevos que te va a apoyar, aunque no quieras. Al fin y al cabo vas por ahí provocando con tus pancartas. 

Jack London describe así al colonialista del siglo XIX en su relato "El Inevitable Hombre Blanco":
"—Y naturalmente, el blanco es inevitable, es el sino del negro —interrumpió
Roberts—. Haced saber a un blanco que hay ostra perlífera en una laguna infestada
por diez mil hambrientos caníbales, y hará rumbo hacia allá con media docena de
buzos kanakas y un despertador por cronómetro, hacinados como sardinas en un
cómodo queche de cinco toneladas. Murmurad que se ha encontrado oro en el Polo
Norte, y la misma inevitable criatura de piel blanca emprenderá el camino, armado de
pala y pico, una penca de tocino ahumado y la perforadora más moderna. Haced
correr la voz de que hay diamantes en los muros incandescentes del infierno, y el
señor hombre blanco tomará por asalto esos muros y obligará a Satanás a empuñar
una pala. Ese es el resultado de ser estúpido e inevitable".

Y yo hago epílogo a Jack London para añadir que, en el siglo XXI, si el Hombre de cualquier color escucha a lo lejos el clamor de un grupo de mujeres invadiendo por fin un espacio público por ellas mismas, será capaz de dejar por dos horas los privilegios en casa para unirse a la protesta con una corona de nardos, y/o con el nardo fuera. A no ser que le excluyan explícitamente, que entonces volverá a su casa a por esos privilegios para usarlos contra ellas.

No sé cuántos apoyos masculinos perderemos con este escrito, pero estad tranquilas: no eran tales apoyos.

Yo ni siquiera estaba de acuerdo con excluir a los hombres de la manifestación, esta mañana.

La imagen de la discordia

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